Se escuchan, ya se escuchan los redobles
de timbal en honor a Jano,
y en sordina, las salvas que anuncian los preludios
del deseo de nada desear
Son sueños sin memoria tus pesadillas,
parásitos que buscan lágrimas y no sangre,
nieblas cuyas redes capturan odios y amores
y se desgarran ante el cardo del horror
Sumar tristezas y modelar su arcilla
Sentarse y observar su escultura empapada
Sumirse en la hojarasca de agónicos otoños
Sentir la luz y su excremento ciego
Sarmientos y serpientes se amontonan
en la pira donde tu cuerpo se almará
Silencio y soledad se mezclan en el vino
que libarás antes del salto
Sal en las uñas, seca salsa en las mejillas
Última cena, sangre de ternera en el plato
Último aliento sonoro, ¿un Si? ¿un Sol?
Silencio y soledad, y un último bostezo
Serrar los amarres de un barco podrido
es un trabajo irrenunciable
si en tu listado de propósitos
figura recorrer la transparencia y sus desiertos
Sales de ti ante la luz y el frío
El humo se disuelve en un espacio ahogado
Tu herida se replica en el océano
Redime tu alma el atentado a tu energía