El encargo de la Oficina de Gestió de Monuments surgió con el propósito de mejorar la versatilidad del espacio absidal de la Colegiata de Sant Vicenç de Cardona. De entrada se me plantearon tres requisitos. El primero fue que el altar tenía que ser móvil, pues el templo se utilizaba frecuentemente como sala de conciertos o grabación de música antigua y el altar existente, que no era auténtico, era incómodo para los músicos debido a sus grandes dimensiones y su posición inamovible. El segundo requisito exigía que la propuesta fuera estéticamente austera a fin de que se integrara de manera óptima con el monumento románico que es la colegiata de Cardona. Por último, el tercer requisito consistía en incluir referencias al martirio de San Vicente en los paneles laterales.